Hace mucho tenía agendado para conocerlo, así que ya que estamos aprovechamos.
El barrio es bellísimo de por sí, uno de los más paquetes de Buenos Aires...La esquina donde está ubicado es un edificio antiguo, con techos altos que supieron decorar muy bien, además de darle un aire ligero y descontracturado...
Tiene una mesa comunitaria pero en general la gente la utiliza cuando las otras mesas están ocupadas y dejando, de ser posible, sillas de por medio...es decir que de comunitaria: nada.
Los platos principales son abundantes, no así las colaciones. Recomiendo una especie de bruschetta gigante, sobre un pan casero crocante con queso griego (exquisito!), hongos portobellos, tomates secos y semillas, con unas gotas de aceite de oliva, sublime...y miren que no suelo utilizar ese adjetivo para la comida.
Lo acompañé con un jugo de pomelo y frutilla (al que pedí solo para probar) y me sorprendió también, la frutilla equilibraba en un término justo la acidez del pomelo, muy bueno. No así el de naranja y zanahorias, ya que ahí predomina el sabor de la zanahoria. El brownie de chocolate blanco con frutos rojos era rico pero le faltaba presentación y tamañoooo (una porción más bien chica), mi amiga se quedó con ganas de más! jaja.
Debo decir que quedé satisfecha (sirvió como cena de un día sin almuerzo)...
El precio es razonable en relación precio-calidad.
Para recomendar, ahora quiero conocer el local de ubicado en Palermo.
Destruídaaaaa! Día intenso... |
Cariños.
Verónica.